El camino recorrido por Fin Greenall es el inverso a muchas estrellas del pop o el rock actuales. Greenall se crió entre discos de vinilo y se forjó una reputación como pincha discos de raza, capaz de mezclar todo sin ningún tipo de rubor, a la manera de los 90, época en la que creció musicalmente y en la que comenzó a trabajar para el sello Ninja Tune.
Fue esa misma casa discográfica, sin la cual no se entendería la música del presente, la que le dio alas a la publicación de su música acústica bajo el nombre de Fink, con el que ha llegado a su cuartodisco, este "Perfect Darkness". Un LP que toma el relevo del aclamado "Sort of Revolution" y que, como su precedente, supone un tratado de música folk intimista y oscura, pero que se distingue del mismo al volverse un pelín más accesible.
"Perfect Darkness" es un disco pausado, repensado y estéticamente oscuro, grabado junto al productor de Garbage o Beck, Billy Rush, y que muestra a un Greenall más seguro de sí mismo a nivel compositivo. Alejado de ribetes post rockistas con respecto a su anterior discografía, Fink se ha centrado en su guitarra y su voz para alcanzar altas cotas de lirismo que le asemejan a Mark Lanegan y, sobre todo, a Jeff Buckley.
Nada nuevo bajo o el sol, o bajo la sombra, porque si en algo destaca este disco es en su matrimonio perpetuo con la penumbra. Algo así como música para borrascas, pero cuyo calado y principal virtud reside en que es muy sincero y cinemático. Perfecto para endulzar y enturbiar simultáneamente los 45 minutos que uno dedica a su escucha.
Si uno quiere, además, deleitarse conociendo a este personaje -ha trabajado, entre otros, con Bonobo, Amy Winehouse o Proffesor Green-, sólo tiene que bucear en su discografía electronica bajo el alias de Sideshow en el sello de Will Saul. Otra delicatessen en forma de música dub profunda y de delicada belleza.
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