Tras un par de álbumes reñidos con la crítica pero, eso sí, publicados con éxito en una multinacional, Death Cab For Cutie (DCFC), la banda que lidera Ben Gibbard se han tomado tres años para reaparecer en la escena. Lo hacen con '"Codes And Keys", un disco que parece una vuelta a su pasado más glorioso.
Corría el año 2003 cuando DCFC lanzó 'Transatlanticism', un disco supremo de música pop, cuyo principal logro era el de ser un disco épico y romántico que nunca sonaba a empalagoso. En aquella época, el líder de DCFC, Ben Gibbard, también acababa de dar el do de pecho con su colaboración con Dntel en uno de los discos más importantes de los últimos años: "Give Up" (2002) de Postal Service. Pues bien, su nuevo lanzamiento retoma la senda de aquellos dos discos en intención y en calidad.
"Codes And Keys" ya no va a sorprender a nadie porque la fórmula de DCFC es de sobra conocida: son capaces de sacar petróleo de las profundas letras de Gibbard, incrustadas en un acolchado de música pop que, a veces suena folkie, otras post rock y otras simplemente es belleza bruta.
Sin embargo, dado el sentimentalismo faciloide de sus dos anteriores entregas, "Codes and Keys" se descuelga para aparecer como un álbum más atrevido en su apuesta por otros referentes: La electrónica y el Krautrock aparecen aquí con frecuencia, unidos a esas confesiones al piano marca de la casa.
"Codes and Keys" es un gran disco de pop, sin relleno, cuyo lirismo, épica y profundidad consiguen no sonar impostados, donde cada rasgueo de guitarra, cada toque de piano, cada sintetizador está bien colocado para provocar un efecto en la corteza cerebral del oyente y, de paso, arañar un pedacito de su alma.
Como muestra: "Home is a Fire", el tema que abre el disco. Una pieza que bien podría haber sido un descarte de Postal Service, un tema de cuatro minutos que muestra lo que es capaz de dar esta banda.
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