En un fin de semana de obligado reposo, lo lógico es disfrutar con toda la tranquilidad de música acompañada de una plácida lectura. En mi caso, el pasado fin de semana ha estado marcado por la irrupción del último disco de Radiohead y su épica oscura y abigarrada.
Sin embargo, por encima de la oscuridad ha florecido en los últimos días la escucha luminosa -casi por oposición- del segundo disco de Toro y Moi, "Underneath the Pine", un brillante ejercicio de pop optimista que ha mejorado el estado de ánimo de mis monitores.
Sin embargo, por encima de la oscuridad ha florecido en los últimos días la escucha luminosa -casi por oposición- del segundo disco de Toro y Moi, "Underneath the Pine", un brillante ejercicio de pop optimista que ha mejorado el estado de ánimo de mis monitores.
Chaz Bundick, el pequeño geniecillo que se esconde detrás del proyecto Toro y Moi, venía de publicar "Causers of this" -un disco con reminiscencias de Panda Bear o Animal Collective, que indagaba con acierto en el nuevo pop cuasi psicodélico- hace menos de un año. Ahora, entrega su segundo largo, un ejercicio que se aleja de su antecesor al centrarse con acierto en el funk y el disco más cósmico, al que ha barnizado de pop preciosista y detalloso.
El resultado es un disco vitalista en el que conviven con acierto los momentos más intimistas con una actitud más descarada, la instrumentación real -pianos, rhodes, guitarras, bajos- con los arreglos electrónicos, los silencios con la voz casi angelical de Bundick.
Un disco que se escucha de un tirón -apenas dura 40 minutos- y que endulza pero no empalaga. Un disco que sitúa a Bundick como un chico al que seguir de cerca, puesto que atesora en su interior una personalidad musical expansiva y mágica, capaz de hacerse un hueco, desde la marginalidad de su propuesta, en el panteón del pop del 2011.
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